LA RESTAURACIÓN DE LA CONCIENCIA.
Muchos de nuestros fracasos como cristianos se deben a nuestra ignorancia en cuanto a la actuación satánica dentro y fuera de la iglesia. El opera con inteligencia y siempre encuentra una vía para seguir actuando de acuerdo a su plan maestro. Pero su derrota comienza con la denuncia profética, cuando lo desenmascaramos en su accionar.
Su estrategia es destruir la conciencia de pecado. La generación presente ya no distingue lo que es y lo que no es pecado; y la conciencia es el sistema inmunológico espiritual para poder distinguir entre el bien y el mal. El mundo no se da cuenta del pecado aunque se halle sumergido en él.
Es como un Sida espiritual que cauteriza la conciencia. Al igual que el sida físico, no mata por si mismo, sino que el que lo padece sufre cualquier enfermedad oportunista (cualquier pecado) que lo lleva a la muerte por carecer de defensas.
Algunos llegan al Señor con la conciencia tan cauterizada que aún después de arrepentirse y creer, necesitan que les sirvamos nosotros mismos de conciencia para que finalmente alcancen la victoria sobre el pecado.
Al igual que el sida físico, el espiritual va matando día a día algunas defensas. Algunos no saben que lo tienen, aparentan estar vivos pero por dentro van muriendo.
Satanás introduce este virus a través de la ideología del humanismo mediante las ciencias humanistas como la filosofía, psicología, sociología, pedagogía y las materias políticas; a través de las cuales desvió la cultura occidental del cristianismo contaminando aún la iglesia, provocando el deterioro de la fe y los niveles de santidad. (1 Timoteo 6:20 “en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios...”, Santiago 3:15)
Declarando que la conciencia no es una facultad innata dada por Dios, sino que el ser humano posee una inteligencia que recibe una educación (principios, normas, prejuicios, etc) que lo capacitan para hacer un juicio moral de las cosas; dan lugar a una moral relativa y a una ética de situación. De esta manera, sin el freno de la conciencia el hombre se rige según sus instintos.
Por otro lado con explicaciones humanitarias, se llama al pecado “enfermedad”, como sucede con la homosexualidad, de modo que la sodomía ya no es un pecado sino una opción. Se destierra la culpa, lo que adormece más la conciencia y así se cierra el círculo de la estrategia de satanás: sin conciencia y sin culpa los hombres nunca se arrepentirán de sus pecados.
Contra esta accionar tenemos que actuar esclareciendo y denunciando proféticamente el pecado.
Distintos frentes, misma estrategia.
Las democracias liberales han dado lugar a sociedades permisivas con la consecuente degradación moral. Sucede que lo que aprueba la mayoría termina siendo “bueno o aceptable” sin tener en cuenta a Dios o los principios bíblicos. Los políticos para recibir el apoyo del pueblo le conceden placer y libertad para hacer lo que quieren. Así se ha legislado en favor del divorcio, la perversión sexual y pronto se hará respecto de la eutanasia y el aborto.
Respecto de la educación se conoce que el que educa controla la mente y condiciona la conducta, así que satanás a infectado con el humanismo el sistema educativo para deshacer los paradigmas cristianos y lavar el cerebro de los niños, con la intención de separarlos de Dios y de sus padres y poder manejarlos a voluntad.
En el área del arte y la música, se destaca la cultura del rock. Precisamente, rock and roll significa “fornica todo lo que quieras” y nosotros a veces decimos “me gusta el rock”!!! Esta cultura pervirtió los hábitos y las costumbres promoviendo el libertinaje sexual, la fornicación, la droga, el orientalismo, hasta llegar al satanismo liso y llano. Ha llevado a los jóvenes a cometer las mismas aberraciones de las que habla, por eso en los recitales se producen relaciones sexuales, violaciones, violencia y todo tipo de desmanes. Algunos jóvenes cristianos que consumen rock menosprecian las disuasiones de pastores y padres sin darse cuenta que están siendo atados por demonios.
En otra esfera, tenemos los medios de comunicación que promueven pautas morales contrarias al evangelio: pornografía, impureza sexual, atacan y ridiculizan la familia, difunden el ocultismo, y hacen apología de los vicios del alcohol, el tabaco y las drogas.
Es responsabilidad de la iglesia denunciar el pecado.
Hay personajes en cada medio influenciando cada nivel: niños, adolescentes, jóvenes, induciéndolos al pecado y a “liberarse” de los padres. Podemos mencionar los dibujos animados con elementos satánicos y violentos, las películas promoviendo el ocultismo y abriendo la puerta a la opresión espiritual.
Los personajes de programas y novelas se transforman en ídolos (de barro) que se adoptan como modelos y ejemplos, quienes promueven la rebeldía. Los músicos y deportistas se trasforman en ídolos que muchas veces promueven la drogadicción. O aparece alguna mujer que accede a la fama a través de convertirse en un objeto sexual. Antes la madre era el ejemplo de cómo ser mujer. Hoy los son las modelos y las vedettes, a quienes se premia, se consulta y aplaude.
La moda responde a la misma estrategia del diablo, y vemos que se venden todo tipo de amuletos, perfumes y ropa oriental, para abrir el interés a otro estilo de vida y de pensamiento. Vemos diseñadores, en su mayoría homosexuales, que hacen un culto a la cola promoviendo la homosexualidad y el lesbianismo, procurando borrar las diferencias y difundiendo la moda “unisex”. La mundanalidad nos roza por todos lados como iglesia y vemos a las chicas que ya no usan polleras y se maquillan y visten provocativamente. Los varones por otro lado, usan el pelo largo, atado, vinchas y aros. De esta manera nos identificamos con pautas que no provienen de Dios. Tenemos que expresar el estilo de vida del Reino de Dios.
Por último podemos mencionar los avances tecnológicos que han afectado la conducta de las personas, especialmente las que hacen posible el acceso a internet, y que permiten el acceso a las redes sociales. Además de las herramientas y beneficios que aportan estas redes, podemos comprobar que potencian los frentes que antes referimos.
Y a esto se agregan varios aspectos negativos como que atentan contra la privacidad de la personas y la familia si no se hace un estricto control de la información que se publica. Pueden propiciar o facilitar el toparse con el mal llamado “contenido para adultos” con el que se corre el riesgo de pervertir a niños, jóvenes y adultos. La información a la que se accede puede ser utilizada por criminales para acoso, abuso, secuestros, etc. Nos expone a padecer lo que ahora se da en llamarse “cyberbullying”, que es el acoso y mal trato a través de estos medios. Por otro lado, promueven la hipocresía, ya que hacen posible mostrar parcialmente la realidad y hacer un exhibicionismo selectivo. Se presta para la liviandad y la vanidad de los que participan de ellas. Facilitan la propagación de pseudoinformación (mentiras) y rumores con la velocidad de un virus con sus respectivos perjuicios. Asimismo, ya se ha comprobado que tienden adueñarse de la vida, devorando el tiempo y pudiendo tomar en algunos extremos la forma de una adicción.
La restauración de la conciencia.
Satanás trabaja para debilitar la conciencia, contaminarla y finalmente cauterizarla. En este estado no se puede distinguir lo bueno de lo malo y esto se ve especialmente en los jóvenes. La iglesia se está mimetizando con el mundo, no somos diferentes, tenemos los mismos valores, hábitos, costumbres, vestimenta y tememos mostrarnos como seguidores de Cristo.
La presencia del pecado es como criar un león desde chiquito. Parece un gatito, pero va a convertirse en una fiera que puede devorarnos, y aún así convivimos con él, sin conciencia de que puede destruirnos completamente.
Se escuchan a jóvenes confesar sus pecados sin conciencia de la gravedad de ellos, con liviandad, lo que muestra la decadencia espiritual que padecemos. Resisten la exhortación de padres y pastores arguyendo que no se los comprende y cerrándose a la corrección. Jesús dijo: “Guárdense de la levadura de los fariseos que es la hipocresía”. En un proceso de leudado se empieza ocultando un pecado pequeño, luego otro hasta que toda la vida se convierte en una gran simulación llegando a participar de la cena del Señor en una situación de pecado. Terminamos siendo “caretas”.
Se puede ver un estado de rebelión contra los padres y la iglesia de forma velada. Sin protestar, se hace lo que se quiere. Comienza con una rebelión ideológica, luego una postura antagónica cultivando la rebelión en el corazón y dando lugar al diablo. Nos autoperdonamos y nos justificamos con argumentos sociales y psicológicos minimizando el pecado y exagerando la gracia, como si a Dios ya no le interesara la santidad de sus hijos. Así damos lugar a contradicciones y somos un mal testimonio para que otros conozcan el evangelio de la salvación.
Dios nos llama a la santidad. Veamos hasta donde nos ha afectado el sida espiritual para erradicarlo de nuestras vidas. Dejemos que el espíritu de Dios nos limpie y nos santifique volviendo a la práctica de la confesión y dejando la hipocresía. Las tinieblas son la zona del diablo. El pecado no confesado mantiene a satanás presente y operando en nuestra vida. No así cuando andamos en luz. Por la confesión alcanzamos la certeza del perdón de Dios. También la felicidad del hombre perdonado. De otro modo acarreamos culpa y sufrimiento. El pecado suele ser una cuestión social, afectando a la comunidad de los hombres, por eso debemos confesarlo delante de la iglesia y de los que hemos ofendido. La humillación que conlleva reconocer nuestro mal es evidencia de arrepentimiento. Nos pone a disposición de Dios y de la iglesia para recibir disciplina. Los hombres tienen que poder percibir la santidad de vida de la iglesia. Es hora de reconocer nuestros pecados antes Dios y ante el mundo, lo cual nos dignificará y hará que recuperemos la autoridad moral que hemos perdido.
Mateo 3: 11 y 12 dice que El Espíritu Santo se derramará como fuego para limpiar la casa de Dios (“...limpiará su era”).
Dios estableció nuestra santidad en Levítico 21:6 con el antiguo pacto: “Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios...; serán santos”. Con el nuevo pacto la exigencia de santidad es aún mayor ya que Dios proveyó en Cristo los medios para alcanzar aquella perfección.
Los apóstoles exhortaron al respecto en 2 Corintios 7:1: “...limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. Así vemos que nosotros tomamos parte en el proceso de purificación. Es equivocado el pensamiento de que la gracia salvadora de Dios no requiere nuestra santidad efectiva, práctica y real.
Aquí hay una gran responsabilidad de los líderes santificándose y santificando al pueblo proclamando que la santidad es posible. Para esto es necesario tener una relación fluida con Dios, cultivando la oración y la vida interior que permita que el Espíritu Santo nos comunique la vida de Cristo, plasmando así su imagen en nosotros.
La conciencia, siendo la voz de Dios en nosotros, sin importar el grado de avance del pecado en nosotros seguirá guiándonos hacia Dios y el bien, aunque se halle debilitada.
El crecimiento en la santidad requiere un chequeo continuo del testimonio de la conciencia en oración, para que Dios nos hable. Necesitamos pedirle a Dios que nos examine como hizo David en el Salmo 26: 1 y 2 → “Júzgame oh Jehová... Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”.
Si exponemos los pensamientos, palabras, hechos y motivaciones del corazón a la luz de Dios, Él nos revelará nuestra condición y estado. Generalmente, tenemos y un concepto de nuestra persona mas alto del que debemos tener y una franca ignorancia sobre la presencia del pecado y sus efectos en nuestra vida. La iluminación divina nos facilita el poder juzgarnos a nosotros mismos a partir del modelo de Cristo a través de una visión espiritual que nos permite reconocer los pecados ocultos, las debilidades y las motivaciones espureas del corazón.
Al tomar conciencia de nuestra condición, estamos mejor preparados para humillarnos, arrepentirnos y dejar que el Espíritu Santo nos limpie de obras muertas. Es aconsejable hacer este examen diariamente.
También podemos recurrir al ayuno, la soledad y el silencio. Como conclusión, este proceso debe llevarnos a la toma de decisiones con fines de corrección. Esto incluye confesión, súplicas por perdón y restauración, reparación del daño y toda otra resolución que fuere necesaria. Podemos incluso registrar estas cosas en un cuaderno para refrescar la memoria y dar testimonio de las transformaciones que el Espíritu opera en nuestra vida.
Velar en oración
Jesús nos animó en el “Padre nuestro” a clamar para ser librados del mal y de la tentación. Aún en el huerto dijo: “Velad y orad...” (Mateo 26:41) Así, la oración vigilante es eficaz para evitar el pecado y fortalecer la obra del Espíritu Santo contra las debilidades de la carne y mantenernos en santidad. Es preciso reforzar la oración cubriendo las áreas más especialmente vulnerables, que suelen estar relacionadas con el orgullo, el sexo y el dinero.
Una lámpara
La palabra de Dios cumple la función de una lámpara que nos ayude en oración a detectar el mal. Es preciso hacer una guardia constante en oración. Cubrir cada mañana en oración las debilidades de la carne y que nos libre de la tentación.
El camino de la santidad no es una senda tranquila, Satanás nos acecha y cada tramo es una conquista. La capacidad defensiva y ofensiva provista por Dios se mencionan en Efesios 6:10 al 20 y a la que llamamos la armadura de Dios y la que sirve para protegernos de las armas específicas del enemigo:
- contra la mentira, el cinturón de la verdad
- contra la tentación y acusación, el yelmo de la salvación
- contra la división, el evangelio de la paz
- contra el desánimo y el temor, el escudo de la fe.
El proceso de resistir al diablo consiste en un continuo ataque contra él con la espada del Espíritu proclamando y encarnando la palabra, ejerciendo autoridad en el nombre de Jesús para atarlo y echarlo fuera. Sigamos el consejo de Pablo en Efesios 6:18:
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.
(Extracto del libro "VIOLENTAMENTE CRISTIANO")
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