LLEVAR LA REUNIÓN A LAS PERSONAS.




(Tomado del Libro: Multiplicación de Ivan Baker)

Resulta difícil considerar la predicación del evangelio sin traer a consideración el mandato que el Señor dio a sus discípulos en el monte de Galilea inmediatamente antes de su ascensión a los cielos.

San Mateo, San Marcos, y San Lucas nos presentan distintos aspectos de esa plática, y es la conjunción de estos tres testimonios que se ha llamado “la gran comisión”. Marcos destaca el alcance universal del llamado y la atención que el Señor coloca sobre “toda criatura”, mientras describe las señales que seguirán a la predicación. Lucas, entre otras cosas, subraya el arrepentimiento y el perdón de los pecados.

La generalidad de los creyentes está más familiarizada con las palabras de Marcos: “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…”, pero es Mateo quien nos da la clave para este estudio. Dice: 

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mat 28: 18-20)

La clave la encontramos en tres cortas palabras que expresan un mundo de verdad que la iglesia parece haber olvidado: “id…haced…discípulos…”. Al redescubrirlas, una multitud de pastores y líderes de todo el mundo está hallando una formidable revolución que les está devolviendo el sabor del evangelio de los primeros tiempos y aquella simple pero inmejorable y fructífera manera de
predicarlo. Primeramente, consideremos la palabra:

ID

Esta es la manera en que hallamos la palabra traducida en la mayor parte de las versiones del Nuevo Testamento; aunque algunos traductores, entre otros Stephens* la traduce como “yendo” Stephens le otorga a la palabra mayor dinamismo, ya que da a entender que el hacer discípulos debe ser una
tarea continua de los seguidores de Jesucristo. Es como si se nos dijera: “mientras ustedes atienden sus labores de cada día… ¡Hagan discípulos!”. Esto armoniza con el concepto de evangelio ya que, fundamentalmente, para hacer discípulos necesitamos estar en contacto con los hombres, y ningún
contacto será mejor que el que nos brinda el convivir diario con nuestros semejantes.
Pero, ya sea que usemos la palabra “id” o la palabra “yendo”, hay un punto esencial en que estas dos expresiones coinciden: ambas indican acción por parte de los enviados del Señor. Estos, movidos por su mandato, van en busca de los necesitados.

Esta actitud revoluciona completamente el concepto que generalmente se tiene; en lugar de querer atraer a las personas a nuestros lugares de reunión; ¡debemos dar un giro completo y aprender a “llevar la reunión a las personas”!
En realidad, si dejamos de querer mover a la gente y entendemos que somos nosotros los que debemos movernos, ¡habremos dado el primer paso hacia el verdadero evangelismo y obediencia al mandato del Señor! Es más, de esta manera también salvaremos gran cantidad de problemas. 

En lugar de afanarnos por lograr los medios, cada vez más complicados y costosos, con que atraer a la gente a nuestros cultos, nos resultará mucho más simple movernos a nosotros hacia ellos, ya que al fin somos los que podemos y debemos hacerlo.

¿Acaso pueden ellos venir a nosotros? ¿No somos nosotros los que hemos sido preparados para ir a ellos? Al entender lo que Dios nos dice acerca de la condición de los perdidos, ¡quedaremos convencidos de que ellos no pueden venir a nosotros!

Comentarios

  1. Interessante que el Senor JesuCristo nos dio el exemplo, vindo a la tierra e andando con alguns hombres, ensenando les. Gracias por compartir.

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