CARTA A LOS JÓVENES.
Carta enviada por el Pastor Keith Bentson a los Jóvenes en el Retiro Nacional de La Falda, Octubre de 2005.
Muy, muy queridos jóvenes, reunidos en La Falda de octubre de 2005, ¡Cuánto quisiera estar con ustedes ahora! Cuando los organizadores del retiro me invitaron para compartir la Palabra, me sentí muy humillado pero muy contento por la oportunidad de estar en un el retiro de jóvenes; y pensé, que sería el último retiro de jóvenes de mi vida.
Supongo que ustedes no saben que en muchas ocasiones he estado en retiros allí, pues en el año 1958, con mi esposa y cuatro niños, llegamos al país y nos radicamos en la Ciudad de Córdoba. Desde entonces, hemos vivido en el Gran Buenos Aires, otra vez en Córdoba, luego en San Juan, nuevamente en el Gran Buenos Aires y ahora en Bolivia. Los años han pasado y solamente tenemos que dar gracias a Dios por su compañía y gracia.
Cuando me invitaron a dar la Palabra a ustedes en este retiro, mi mente y corazón se inquietaban para decidir qué les podría decir. El tema que escogí está muy en boga hoy. Miles de canciones lo entonan. Poetas vuelcan sus palabras armoniosas para celebrar su encanto. Novelas y libretos nunca acaban de enaltecer esta virtud tan universalmente buscada. Me refiero al amor. Sí, al amor, esa fuerza tan exuberante e inspiradora. No hay nada tan atractivo o tan preciado como el amor. Sin amor nos secamos y nos arrugamos. Bebés recién nacidos se enferman y pueden morir si no reciben afecto y amor.
Dios es amor. Con razón el primero y más grande mandamiento trata del amor: Amor a Dios, al prójimo y a uno mismo.
A veces miramos nuestra vida y vemos que somos impacientes, poco amables y pedimos al Señor que nos haga pacientes y bondadosos. Y hacemos bien, pero nuestra necesidad más urgente no es obtener paciencia y amabilidad.
Simplemente, nos hace falta amor.
I Corintios 13:4-6 dice así: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.” El amor es el gran remedio para nuestros males espirituales. Con el amor desaparecen nuestras pequeñeces, temores y complejos. ¡Viva el amor!
Cuando Pablo elevó una oración apostólica a favor de los efesios, rogó que pudieran comprender junto con todos los santos lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo del amor de Cristo, a fin de que fuesen llenos de la plenitud
de Dios. ¿Ven? ¡Dios es amor!
Ustedes tienen por delante hermosos años. El Señor quiere llevar adelante su eterno propósito en sus vidas. Les ruego que amen al Señor; créanlo; obedézcanlo, permitiendo que Dios mismo muestre su amor para con otros por medio de ustedes. Mayor gloria y felicidad no pueden tener.
Los amo, vuestro servidor y hermano, Keith.
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