VIDA Y MISIÓN EN UNA SOCIEDAD CAMBIANTE.


Por Orville Swindoll.
1991 Colegio Ward - Bs. As.

Es difícil creer que otra generación haya vivido un tiempo de tantos cambios como el nuestro. La variedad en los estilos de vida, los enormes y convulsionantes cambios políticos, los deslumbrantes inventos y descubrimientos científicos, la exploración espacial, el desarrollo de la revolución informática, las guerras, los genocidios y trastornos que hemos experimentado en el transcurso de este siglo no tienen parangón en la historia humana. Es como vivir constantemente al borde de un volcán, y se requieren esfuerzos y recursos casi sobrehumanos para sobrevivir.
Frente a este cuadro desconcertante, la iglesia de Cristo precisa encarar su misión y desarrollar su vida fundamentada en la verdad inmutable de un Dios eterno y soberano. En vez de amedrentarnos por los cambios y vacilaciones en derredor nuestro, hemos de comprender que ahora más que nunca nuestra embajada y nuestra misión de paz, reconciliación y vida eterna enfrenta su desafío más grande y su hora más gloriosa.
Es la convicción de muchos que hemos de ver la cosecha más grande en la historia de la iglesia en los próximos años. Esta convicción surge de las siguientes premisas y realidades:

1. Las estadísticas nos informan que hay más personas vivas en este momento que la suma de todos los que han vivido en la tierra antes de nosotros. Con unos seis mil millones de personas en el mundo actual, si sólo un 20% llegan a rendirse a los pies de Cristo en los próximos años, serán más de mil millones de cristianos. Pensemos en lo que significaría la conversión a Cristo del 20% más de nuestra ciudad o nuestro barrio. Precisamos pensar en términos de una gran cosecha.

2. La posibilidad de comunicarnos al instante con todas partes de la tierra permite una proyección en la proclama del evangelio que jamás se pudo imaginar en las generaciones anteriores. Se acopla el hecho de que hoy los lingüistas y antropólogos pueden descifrar los misterios de los variados idiomas y culturas que antes presentaban una barrera casi infranqueable. Y la evidente necesidad de contemplar el mundo como una “aldea global” insinúa la imposibilidad de los pueblos de vivir aislados del resto de la humanidad.

3. Apertura de pueblos “cerrados”
La caída del muro ideológico del comunismo en los últimos años ha abierto puertas y naciones enteras a la penetración del evangelio y al crecimiento de la iglesia en forma libre y sorprendente. Se me ocurre que las convulsiones que vive el mundo islámico han de producir a la brevedad una significativa apertura al amor y la verdad de Cristo entre los seguidores de Mahoma.

4. Cristianismo pujante del “tercer mundo”
El surgimiento con vigor de la iglesia en África, Asia y América Latina promete una vigorización del testimonio cristiano en el mundo entero, pues para fines del siglo actual el número de cristianos en estas partes del globo superará lejos el número que vive en los países de “cuna evangélica”.
 
 LOS CAMBIOS SON NECESARIOS E INEVITABLES.
 
Si no hubiera cambios en la sociedad, todos se estancarían en la tradición y la rutina. Dado el desvío y la condición pecaminosa del hombre, la única posibilidad de mejora es a través de cambios sustanciales y profundos. Por eso hemos de creer que Dios está detrás de los cambios sociales, abriendo camino para su evangelio, para su reino de amor. Tiene que haber cambios hasta que Jesucristo sea entronizado sobre las naciones como Rey de reyes y Señor de señores.
No podemos creer que Dios fallará en su propósito de gobernar las naciones como soberano Señor. Para esto existen los pueblos; no podrán llegar a su destino legítimo si no reconocen a Cristo como su Señor. De modo que debemos interpretar los cambios en términos de oportunidad, de apertura al evangelio, de desafío para nuestra fe. Si Dios sigue obrando, si el Espíritu Santo sigue moviendo, si Cristo sigue reinando, entonces toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre.
El gran apóstol Pablo expresó su fe en términos semejantes:
 
Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de ésta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito:
“Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán.”
Romanos 15:18–21
 
Pablo no se amedrentó frente a los enemigos del evangelio, sino que se armó de una fe firme y triunfante al declarar:
Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, refutando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia Cristo.
2 Corintios 10:4–5
 
¿CÓMO ACTUAR EN MEDIO DE GRANDES CAMBIOS SOCIALES?

Consideremos la vida de tres hombres reconocidos que llevaron a cabo una misión importante en tiempos de grandes cambios sociales, a fin de sacar unas lecciones de valor para nuestra situación actual.
 
 Vida y tiempos de Noé.

Con respecto a los tiempos de Noé el testimonio bíblico es escalofriante:
Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.
Sin embargo, se agrega un dato que ofrece esperanza:
Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.
Génesis 6:5–8
Un pequeño cálculo sobre la situación demográfica del mundo de Noé sugiere que hubo millones de personas que perecieron bajo el diluvio. Noé fue la décima generación después de Adán, y los datos bíblicos con respecto a la extensión de vida de sus progenitores da a entender que el diluvio ocurrió unos 1650 años después de la creación del primer hombre. Aparentemente, era común que los hombres vivieran centenares de años, dato que insinúa la espantosa posibilidad de pecar y pervertirse de manera cada vez más desafiante y descarada.
¿Qué podemos saber de la vida de Noé en medio de esta sociedad corrupta y arruinada?
Que vivió en justicia y fue pregonero de justicia. Gén. 6:8–9; 2 Ped. 2:5.
 
Que proveyó dirección y orientación para su familia, salvándola de la destrucción. Gén. 6:9–10; 7:1; 8:20–22.
 Que preparó el arca en obediencia al Señor, aún cuando no hubo en su marco social nada que lo animara. Gén. 6:22; 7:5; Heb. 11.
 
Vida y tiempos de Daniel.

Daniel presenció la destrucción y saqueo de Jerusalén a manos de los ejércitos de Babilonia. Era del linaje real de los príncipes de Judá y formó parte de un grupo de jóvenes selectos de los pueblos conquistados para ser educados en la corte del rey de Babilonia. Llegó a ser el principal sabio y consejero del monarca. No sólo eso sino que ocupó un lugar de gran prominencia en el gobierno de varios reyes, tanto de Babilonia, como de Media y de Persia. Como pasaron setenta años entre la caída de Jerusalén y el edicto de Ciro para que regresara un gran número de judíos para reedificar esa antigua capital, y Daniel vivió hasta el reinado de este último, vale decir que su influencia fue muy significativa durante las siete décadas.
 
¿En qué se destacó la vida de Daniel en esos tiempos de cambio social?
Se propuso no contaminarse con el lujo y la vida disoluta de los que estaban en su derredor (esta autodisciplina tuvo gran importancia en la preparación para su actuación posterior). Daniel 1:8.
 
Su apertura a Dios le permitió un concepto sublime de él como soberano Señor del universo, además de una percepción profética y espiritual con respecto al mundo entero. Daniel 2:19–23 y sigs.
 
Su hábito regular y abundante de oración le vigorizó y afirmó frente a las amenazas e intrigas de sus compañeros, sosteniéndole en todo momento. Daniel 6: 3–5,10 y sigs.
 
Vida y tiempos de Nehemías.

Nehemías había logrado un puesto de gran confianza ante el soberano Artajerjes. Como copero del rey tenía que probar los alimentos y bebidas que ingería éste como protección contra cualquier intento de envenenar al potentado. Pero fue un hombre temeroso de Dios y tuvo gran aprecio por los valores culturales y espirituales de su pueblo. Al tomar conciencia de la condición abandonada y lamentable de Jerusalén, derramó su corazón ante Dios en oración y súplica por su reedificación. Luego encabezó el traslado de un gran número de judíos a la tierra de Palestina con el fin de levantar el muro de protección en derredor de la ciudad de Jerusalén. Nehemías dirigió la construcción y sirvió como gobernador del lugar bajo órdenes del rey Artajerjes.
¿Qué lecciones podemos sacar de su vida en medio de tantos cambios sociales?
Despreció su propia comodidad para entregarse al propósito de Dios a favor de su pueblo. Tuvo un claro sentido de ubicación en la historia. Nehemías 1:3–11; 2:4–5 y sigs.
 
Su primer recurso en toda situación fue la oración a Dios. Supo depender de él y así liberarse de enfrentamientos estériles con otros. Nehemías 1:11; 2:4; 4:4,9; 5:19; etc.
 
Coordinó el trabajo de reconstrucción del muro y lo defendió con fe y firmeza frente a los enemigos. Nehemías 2:19–20; cap. 3; 4:9–23; etc.
 
¿CUÁL ES NUESTRA MISIÓN EN LA SITUACIÓN ACTUAL?

Aprovechar la presente apertura al evangelio que se observa en América Latina. Los pueblos latinoamericanos están prácticamente sin resistencia al evangelio, dispuestos a abrazar su mensaje de paz, amor y esperanza. Los esfuerzos evangelísticos encuentran en la actualidad mucha respuesta. Los grandes cambios sociales predisponen la gente a aceptar nuevas ideas, nuevas esperanzas.
 
Mirar más allá de nuestras “fronteras” tradicionales. Debemos vivir por la expansión del reino de Dios, por la extensión del evangelio de Cristo Jesús. Hemos de informarnos mejor, interceder, hacer contactos en otros sitios, otros pueblos, otras naciones, con el fin de llevar el amor de Cristo a los que no lo conocen.
 
Ampliar y reforzar el trabajo pastoral. El influjo de tantas personas en estos años dejará a muchas de ellas sin adecuada orientación y sin la necesaria cobertura pastoral. Lo que hemos aprendido en estos años sobre el trabajo pastoral tiene gran valor y será cada vez más apreciado en los próximos años.
 
Movilizar a nuestros jóvenes. Hemos de involucrarlos en la oración, la evangelización, y la preparación para un lanzamiento hacia nuevos lugares. Debemos organizarlos en equipos ministeriales y animarlos a moverse con fe. Nos sorprenderemos con los resultados, y sus vidas serán transformadas al verse envueltos en la obra del Señor.
Soltar amarras. Tenemos que liberarnos de ataduras que nos dejan inmóviles, estancados, inoperantes. El camino de obediencia a Dios requiere atrevimiento, fe, confianza en Dios y “un poco de locura.”

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